Hades es el Señor de los Abismos, el oscuro, el triste, el invisible. Para los romanos está representado por el Dios Plutón y para los egipcios por el dios Serapis.
Existió en muchos pueblos antiguos con distintos nombres pero siempre simbolizando lo mismo, la muerte, la oscuridad, el mundo de las tinieblas.
Hades es el símbolo de las penas eternas después de la muerte, para los egipcios el inframundo, donde se llevarían a cabo las pruebas que debían atravesar los muertos para lograr la resurrección del cuerpo.
Los reyes egipcios se identificaban con el dios Sol y con el fuego de las profundidades y sus vidas estaban consagradas a la preparación para realizar el camino después de la muerte para enfrentar al demonio.
Este mito fue el origen del tributo de los honores fúnebres a los muertos.
Supuestamente Hades fue un príncipe legendario que introdujo la doctrina de las penas eternas después de la muerte.
Hades era hijo de Cronos que significaba tiempo y hueco; y de Gea o Tierra, ya que la tumba es sólo un hueco subterráneo; y era hermano de Zeus y de Poseidón.
Hades era un dios odiado y temido, porque se lo consideraba muy inflexible y a quien no era habitual que se le concedieran honores.
Cuando los dioses querían resucitar a un mortal se lo encargaban a Hades, que era considerado el árbitro de los destinos humanos, el dueño de la fertilización y la reproducción de los gérmenes, el que tiene el poder de alargar o acortar la vida; y el que tiene a su cargo el cuidado de la espalda del cuerpo humano.
Como ninguna mujer quería acompañarlo en su morada, con su poder de hacerse invisible, raptó a Perséfone, hija de Deméter para llevarla a su reino. Por esta razón a este dios se lo representa robando a Perséfone y llevándola muerta de miedo en un carro hacia su reino.
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